lunes, 20 de febrero de 2017

Farola

El estribillo de isa La farola del mar. Por Elfidio Alonso. ¿Quién no ha cantado alguna vez el estribillo de la Farola del mar, la pieza folklórica musical más buscada por los turistas? Dudo que exista en nuestro acervo lírico de tipo popular una cuarteta más conocida y que cuente con más amplia discografía. Citando de memoria, este estribillo de la farola figura en grabaciones de María Mérida, Mary Sánchez y Los Bandama, Los Huaracheros, Sebastián y Olga Ramos, pasando por grupos e intérpretes más recientes, como Aythamy, el Trío Acaymo y hasta el grupo de rock los Grajos. También recordamos una canción que cantó en su tiempo el vocalista Agustín Bermúdez, con versos de Manuel Perdomo Alfonso y música del maestro Bastardi, titulada La vieja farola, que hizo furor en su época y que el grupo Añoranza, en su primera andadura, incorporó a su repertorio con la siempre hermosa voz de María del Carmen Mulet. El estribillo de la farola, como todos sabemos, cuenta con dos versiones. A estas alturas resulta difícil precisar cuál de las dos es la primigenia y luego provocó el nacimiento de la segunda. Veamos:
a) Esta noche no alumbra la farola del mar, esta noche no alumbra porque no tiene gas.
b) Esta noche no alumbra la farola del mar, si esta noche no alumbra mañana alumbrará.
Hay buenas razones para pensar que la cuarteta, en sus dos versiones, pudo muy bien surgir en la capital tinerfeña, a partir del 31 de diciembre de 1863, el terrible año de la fiebre, fecha en que nuestra pintoresca farola emitió sus primeros destellos. Dicen los cronistas que tal guardia nocturna se mantuvo por espacio de más de noventa años, hasta que el 30 de junio de 1954, anunciado a bombo y platillo y ante el general desconsuelo de toda la población, el bueno e inolvidable Nijota no tuvo más remedio que sacar del fondo de su inagotable ingenio una nueva cuarteta alusiva a la farola:
Ya en el muelle no alumbra la farola del mar; pues como era chiquita la mandaron quitar.
En efecto; la farola dejó de alumbrar ese día, aunque su nombre va a ser imposible borrarlo del repertorio coplero de nuestra tierra, pues no sólo ha calado muy hondo en Santa Cruz, que era el lugar desde donde enviaba sus guiños nocturnos, sino que en cualquier rincón del archipiélago aún es posible oír este pegadillo estribillo de isa. No digamos de la aceptación que tiene en el extranjero, donde la farola del mar resulta tan atractiva para los turistas y compite con el Viva España o Granada en las juergas de "vino y rosas". No vamos a chafarles la fiesta a los santacrucreros, ni siquiera a los turistas, que piensan que este estribillo folklórico es toda una gloria canaria. Pero sí conviene decir que existen coplas muy parecidas en otras latitudes, como en Bilbao, por ejemplo:
El farol de Artecalle no alumbra ya; si no le echan aceite se apagará.
Podemos encontrar este estribillo en Canciones bilbaínas de Juan de Orúe, página 28. Y en Castilla, según José Sánchez-Romero, también existen versos alusivos a la farola, aunque ésta no sea marina sino callejera:
La farola, si la farolita se apaga ya volverá el serenito y la encenderá.
Bien; a pesar de esas analogías, yo sigo pensando que la cuarteta es tan canaria como el macizo de Anaga, que es para donde miraba nuestra farola de reojo cada noche. Además existe el testimonio de un hijo del gran coplero tinerfeño Veremundo Perera, que afirma que su padre fue el autor de tan popularísima cuarteta. Hoy, tras treinta años de silencio, de estar abandonada en un depósito de la Junta del Puerto, la vieja farola ha vuelto a decorar los muelles de Santa Cruz. Esta linternita chicharrera, como dicen Los Sabandeños en su más reciente canción, sigue siendo uno de los mejores símbolos de la laboriosa y abierta capital de Tenerife. Elfidio Alonso. Estudios sobre el folkore canario (1985). Editora Regional Canaria.

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